
“Empezamos hace seis años con la fábrica J and J Industries, exportando carteras y accesorios de cuero a Norteamérica y Europa y después decidimos iniciar la comercialización local y creamos la cadena de tiendas Expressions Bags & Accessories”.
El accionista y gerente de la empresa, Eduardo Velarde, se refiere a la iniciativa empresarial que visualizaron junto a él, representantes de los grupos empresariales estadounidenses Bays y Carrison.
El motivo, la calidad de exportación que posee el cuero boliviano. “Curtiembres de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Trinidad nos proveen desde hace seis años de cueros de vaca y cocodrilo”, informa Velarde.
La materia prima es luego procesada en su fábrica que se encuentra en la ciudad valluna y que cuenta con 65 trabajadores en planta.
Luego de seis años de funcionamiento, en los que se llegó a exportar hasta $us 50 mil al mes, los empresarios internacionales decidieron comercializar sus productos en el mercado local. La manera de hacerlo fue a través de la apertura de tiendas en el eje troncal del país. Proceso que se inició hace seis meses y demandó un total de $us 90 mil.
La suma se dividió entre los alquileres, el stock de productos y el amoblado y decoración minimalista zen, de cada sucursal.Al hablar de precios, Velarde señala que para los productos hechos con cuero de vaca, éstos oscilan entre 85 y 250 dólares. Para los confeccionados con cuero de cocodrilo, están entre 150 y 2.000 dólares.
Del total de la producción, el 97% se destina a la exportación a EEUU y Europa (Inglaterra, Suiza y Japón). El restante 3%, a la comercialización local.
Comercio. Para la comercialización de cuero vacuno, según el entrevistado, no existe ninguna restricción. Mientras que en el cuero de cocodrilo, la empresa trabaja con el Ministerio de Biodiversidad. “Estamos inscritos para poder trabajar con este insumo en el programa Lagarto, que beneficia a las comunidades indígenas de la selva boliviana, ejerciendo un control de los periodos de caza y en la venta a las curtiembres autorizadas”, señala.
Velarde explica que a cada pieza se le coloca un código, que le sigue en el proceso de fabricación del producto. La cifra también es exigida para la exportación.
“El cumplimiento de la exigencia legal hace que se reduzca la caza furtiva y que los proveedores vendan a precio justo”, indica.
Enlace : http://www.la-razon.com/version_fi.php?ArticleId=465&EditionId=2390&ids=54
El accionista y gerente de la empresa, Eduardo Velarde, se refiere a la iniciativa empresarial que visualizaron junto a él, representantes de los grupos empresariales estadounidenses Bays y Carrison.
El motivo, la calidad de exportación que posee el cuero boliviano. “Curtiembres de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Trinidad nos proveen desde hace seis años de cueros de vaca y cocodrilo”, informa Velarde.
La materia prima es luego procesada en su fábrica que se encuentra en la ciudad valluna y que cuenta con 65 trabajadores en planta.
Luego de seis años de funcionamiento, en los que se llegó a exportar hasta $us 50 mil al mes, los empresarios internacionales decidieron comercializar sus productos en el mercado local. La manera de hacerlo fue a través de la apertura de tiendas en el eje troncal del país. Proceso que se inició hace seis meses y demandó un total de $us 90 mil.
La suma se dividió entre los alquileres, el stock de productos y el amoblado y decoración minimalista zen, de cada sucursal.Al hablar de precios, Velarde señala que para los productos hechos con cuero de vaca, éstos oscilan entre 85 y 250 dólares. Para los confeccionados con cuero de cocodrilo, están entre 150 y 2.000 dólares.
Del total de la producción, el 97% se destina a la exportación a EEUU y Europa (Inglaterra, Suiza y Japón). El restante 3%, a la comercialización local.
Comercio. Para la comercialización de cuero vacuno, según el entrevistado, no existe ninguna restricción. Mientras que en el cuero de cocodrilo, la empresa trabaja con el Ministerio de Biodiversidad. “Estamos inscritos para poder trabajar con este insumo en el programa Lagarto, que beneficia a las comunidades indígenas de la selva boliviana, ejerciendo un control de los periodos de caza y en la venta a las curtiembres autorizadas”, señala.
Velarde explica que a cada pieza se le coloca un código, que le sigue en el proceso de fabricación del producto. La cifra también es exigida para la exportación.
“El cumplimiento de la exigencia legal hace que se reduzca la caza furtiva y que los proveedores vendan a precio justo”, indica.
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